Esta imagen muestra una pequeña parte de Mawrth Vallis, uno de los muchos canales de desagüe que desembocan en el Norte hacia la cuenca de Chryse. Este antiguo valle llevó antaño un flujo de agua. El poder erosivo de esa corriente de agua erosionó rápidamente las capas de roca que había por debajo dejando expuestas una diversidad de formas del terreno geológicas que vemos hoy.

Un enfoque a través del estudio geológico está descifrando la yuxtaposición de varias estructuras rocosas y formas del terreno. La superposición de una forma o estrato sobre otro, las fracturas y las fallas que afectan a una capa pero no a otra y las profundidades de ciertas señales mineralógicas nos cuentan una historia del clima y la geología de la región.

Un sustrato rocoso intensamente fracturado se puede ver a todas las escalas, revelando que la roca que hay por debajo de la superficie ha sufrido una compleja historia de esfuerzos y deformación, como la extensión, la compresión y la torsión. También se aprecian unas crestas anchas y oscuras que cruzan largas distancias a lo largo de la roca fracturada y entre varias de las capas que quedan expuestas. Estas crestas son lo que los geólogos llaman “diques”, fisuras casi verticales en la roca a través de las cuales se inyecta magma, que después se enfría en lo que ahora es una vena de roca oscura volcánica que ha quedado expuesta.

Estos diques podrían estar relacionados con zonas oscuras y rugosas, quizás una roca de sello volcánica que ahora cubre y protege los estratos de tonos claros que hay debajo. La erosión a través y alrededor de esta roca de sello ha expuesto una gran cantidad de capas de tonos claros. Estas capas revelan un antiguo pasado donde los materiales geológicos -quizás ceniza volcánica, arena fina y polvo- fueron depositados lentamente desde el aire o en el fondo de un cuerpo de agua estacionario. Además, la señal espectroscópica de las arcillas indican una historia de alteración geoquímica de materiales primarios en la que de alguna manera ha estado presente el agua.

Estas estructuras geológicas y los procesos que las formaron antedatan a las ya antiguas aguas de inundación que excavaron Mawrth Vallis. Sin embargo, hay procesos que siguen cambiando y provocando la evolución del paisaje hoy. Sobre la superficie hay dunas dispersas de colores oscuros y pequeños mantos de arena. Estas formas nos dicen que el viento continúa moviendo y transportando las arenas volcánicas oscuras a través de la superficie. Además, el suelo no consolidado y de tonos más claros y la cobertera formada por el siempre omnipresente polvo rojizo --partículas de grano muy fino de rocas meteorizadas que continuamente están siendo movidas a lo largo del planeta-- cubre la mayor parte de la superficie. La presencia de este suelo nos muestra que, aunque lentamente, la roca continua meteorizandose física y químicamente, y se rompe en las partículas más pequeñas que forman el suelo.

Traducción: Nahúm Méndez Chazarra